Tiene uno la sensación de un tiempo a esta parte de que la sociedad occidental se hubiera quedado en una foto fija de 360 grados.
Si, esas famosas imágenes, que utilizaban en la película Matrix, realizadas con sistemas de cámaras combinadas cuyo resultado es una visión de 360 grados en la que todos los personajes y objetos permanecen quietos excepto uno que se desplaza a cámara lenta y que es justamente el objeto o personaje centro de atención de la escena.
O, esas situaciones de rodaje en las que todos los personajes se colocan en una posición inmóvil hasta que el director manda: ¡AAACCIÓN!
Lo imprevisible de la crisis financiera del mundo más desarrollado ha pillado de improviso a todos: banqueros, economistas, políticos, periodistas, empresarios, sindicalistas, etc., etc., etc.
Y claro, como en Mátrix, cuando se produce la escena, algunos están cómodamente sentados, otros están en pleno vuelo aéreo sin red, otros saltando charcos, pero el único que se entera de por dónde vienen las balas es el protagonista. Al reiniciarse el movimiento de todos, independientemente de que estuvieran cómodamente sentados en la imagen fija o en pleno vuelo aéreo, los resultados pueden ser de lo más variado: en ocasiones el que está sentado acaba recibiendo el balazo al reiniciarse la escena y el que está en pleno vuelo salva el peligro cayendo sobre un colchón de plumas.
Imprevisible. Tan imprevisible como la actual situación económica occidental. Nadie se atreve a dar un pronóstico o previsión.
Los banqueros hacen lo de toda la vida: guardar el dinero de otros y al que quiera préstamo le muestro mi cara de usurero, como toda la historia desde la creación de la banca ha sido.
Los empresarios: al ver disminuir sus ingresos reducen plantillas, reducen los salarios de los trabajadores (no de los directivos-ejecutivos) y sólo les preocupa de forma importante abaratar costes sociales. Lo de toda la vida.
Los economistas analizan y analizan y analizan lo que ha pasado, porque ha pasado, cuales son las claves que explican esta situación y hablan de ajustes y cambios necesarios de modelos productivos. Alguno se atreve a hacer pronósticos, siempre pesimistas y siempre desacertados como cualquier mortal puede comprobar a lo largo de la historia. Su papel no es el de la adivinación.
Alguien tiene que decir ¡AAACCIÓN!. Alguien tiene que tener la visión de por dónde vienen y hacia donde van las balas.
Y ese o esos deben ser necesariamente los directores de las sociedades, los que puedan ver todo aquello que los demás son incapaces de ver globalmente. En las sociedades occidentales ese papel lo asignamos los ciudadanos a los dirigentes políticos. Hacen falta líderes vislumbradores. En ningún caso visionarios mesiánicos.
Epílogo: Esta crisis no es sino una más, de las que ni se notan ya, para la mayor parte de la humanidad. Debates de salón de los caballeros tomando el café con pastas y fracturas de uñas de las damas.
Si, esas famosas imágenes, que utilizaban en la película Matrix, realizadas con sistemas de cámaras combinadas cuyo resultado es una visión de 360 grados en la que todos los personajes y objetos permanecen quietos excepto uno que se desplaza a cámara lenta y que es justamente el objeto o personaje centro de atención de la escena.
O, esas situaciones de rodaje en las que todos los personajes se colocan en una posición inmóvil hasta que el director manda: ¡AAACCIÓN!
Lo imprevisible de la crisis financiera del mundo más desarrollado ha pillado de improviso a todos: banqueros, economistas, políticos, periodistas, empresarios, sindicalistas, etc., etc., etc.
Y claro, como en Mátrix, cuando se produce la escena, algunos están cómodamente sentados, otros están en pleno vuelo aéreo sin red, otros saltando charcos, pero el único que se entera de por dónde vienen las balas es el protagonista. Al reiniciarse el movimiento de todos, independientemente de que estuvieran cómodamente sentados en la imagen fija o en pleno vuelo aéreo, los resultados pueden ser de lo más variado: en ocasiones el que está sentado acaba recibiendo el balazo al reiniciarse la escena y el que está en pleno vuelo salva el peligro cayendo sobre un colchón de plumas.
Imprevisible. Tan imprevisible como la actual situación económica occidental. Nadie se atreve a dar un pronóstico o previsión.
Los banqueros hacen lo de toda la vida: guardar el dinero de otros y al que quiera préstamo le muestro mi cara de usurero, como toda la historia desde la creación de la banca ha sido.
Los empresarios: al ver disminuir sus ingresos reducen plantillas, reducen los salarios de los trabajadores (no de los directivos-ejecutivos) y sólo les preocupa de forma importante abaratar costes sociales. Lo de toda la vida.
Los economistas analizan y analizan y analizan lo que ha pasado, porque ha pasado, cuales son las claves que explican esta situación y hablan de ajustes y cambios necesarios de modelos productivos. Alguno se atreve a hacer pronósticos, siempre pesimistas y siempre desacertados como cualquier mortal puede comprobar a lo largo de la historia. Su papel no es el de la adivinación.
Alguien tiene que decir ¡AAACCIÓN!. Alguien tiene que tener la visión de por dónde vienen y hacia donde van las balas.
Y ese o esos deben ser necesariamente los directores de las sociedades, los que puedan ver todo aquello que los demás son incapaces de ver globalmente. En las sociedades occidentales ese papel lo asignamos los ciudadanos a los dirigentes políticos. Hacen falta líderes vislumbradores. En ningún caso visionarios mesiánicos.
Epílogo: Esta crisis no es sino una más, de las que ni se notan ya, para la mayor parte de la humanidad. Debates de salón de los caballeros tomando el café con pastas y fracturas de uñas de las damas.